jueves, 17 de septiembre de 2020

 

COVID-19: Cómo asegurarse unas defensas óptimas ¡Algunos consejos para una vida sana!


Introducción

La COVID-19 es causada por el virus SARS-Cov2, ante el que la población aún carece de inmunidad. Una pequeña parte de los infectados presenta un cuadro clínico grave con daños pulmonares y vasculares asociados a una alta morbilidad y mortalidad a pesar de los tratamientos existentes. El riesgo de esto es mayor en pacientes con dolencias subyacentes como adiposidad, diabetes e hipertensión. Estas patologías tienen en común altos niveles de glucosa o insulina y de leptina, que son posibles razones por las que las defensas normales contra las infecciones no funciona bien en ellos, por lo que se producen reacciones inflamatorias y de coagulación. Es previsible que mantener la salud metabólica con bajos niveles de insulina y una regulación normal de la leptina pueda prevenir en gran medida una evolución complicada de la enfermedad. Son los hábitos de vida los que determinan esta salud metabólica y, de ellos, los alimenticios son los más importantes.

Las recomendaciones sobre cómo llevar una vida sana que figuran a continuación tienen como objetivo aumentar la salud metabólica, fortalecer la resistencia natural a los antivirales, inhibir una reacción inflamatoria excesiva y mantener la masa muscular. Estos consejos son relevantes para personas de los grupos de riesgo mencionados, a fin de evitar en la medida de lo posible complicaciones como consecuencia de la COVID-19, así como para personas sanas, a fin de mantener su salud y prevenir trastornos metabólicos crónicos y los riesgos que conllevan.

Recomendaciones

1. Coma sano

Limite o evite el consumo de alimentos procesados, especialmente azúcares y almidón. Consuma alimentos animales y vegetales no procesados que contengan aminoácidos y ácidos grasos esenciales (macronutrientes), vitaminas, minerales y oligoelementos (micronutrientes) .

 Macronutrientes

En general, limitar la ingesta de carbohidratos e ingerir suficientes proteínas y grasas saludables refuerza la sensación de saciedad. Las verduras y la fruta son buenas fuentes de carbohidratos con alto contenido en fibra. En cuanto a las proteínas (vegetales y animales) el consejo es tomar al menos 1 gramo por kg de peso corporal. Las grasas saludables comprenden tanto ácidos grasos animales y vegetales insaturados como saturados más ricos en ácidos grasos omega-3 que en ácidos grasos omega-6. Esto último es importante para reducir la inflamación.

 Micronutrientes

La vitamina A se encuentra, entre otros alimentos, en el hígado, el pescado y la mantequilla.

La vitamina B se encuentra en los vegetales, las nueces y en productos animales. La vitamina B12 solo la encontramos en los productos animales.

La vitamina C se encuentra principalmente en los cítricos, el kiwi, las bayas, el chucrut, la col rizada, el brócoli, la coliflor, los germinados, el pimentón y las verduras de hoja.

La vitamina D se encuentra en el pescado graso, el hígado y la yema de huevo, aunque en invierno esto suele ser insuficiente. La mayor cantidad de vitamina D se produce en la piel en verano.

La vitamina E se encuentra en las semillas, los frutos secos (almendras), los aguacates y las verduras de hoja.

La vitamina K se encuentra en las  verduras de hoja verde (especialmente en los distintos tipos de coles), pero también en otras verduras y frutas, así como en lácteos y huevos.  

El zinc está en la carne, los lácteos, los huevos y las ostras y los ácidos grasos omega-3 en el pescado, las semillas de lino y las nueces.

Magnesio se puede encontrar en el pescado, las verduras de hoja (verde), las legumbres, los aguacates, los frutos secos, las semillas y el chocolate negro.

El selenio está en los frutos secos, el pescado y los huevos.

 Por último: el agua, el té y el café (sin leche ni azúcar) y el caldo de huesos casero son bebidas adecuadas, que preferiblemente no deben consumirse durante, sino entre las comidas.

2. Coma con menos frecuencia

Limitar el número de comidas y refrigerios al día, así como saltarse el desayuno de vez en cuando, ayuda a mantener bajos el azúcar en la sangre y la presión arterial. Además, periodos de ayuno más largos dan tiempo al organismo para limpiarse y recuperarse. Limitar el número de comidas (de 1 a 3 por día) contribuye a la quema de grasa. Las cetonas endógenas que se liberan durante el ayuno tienen propiedades antiinflamatorias.

3. No fume y no consuma demasiado alcohol

Fumar daña su salud. Si dejar de fumar va de la mano de una alimentación más saludable, la posibilidad de ganar peso se reduce.

Preferiblemente no beba nada de alcohol. Las desventajas del alcohol no compensan sus ventajas. En cualquier caso, limite el consumo de alcohol a un máximo de 1 vaso de vino con la comida, un máximo de 5 días a la semana. La cerveza (también sin alcohol) contiene muchos carbohidratos.

4. Duerma lo suficiente

La privación del sueño aumenta el riesgo de contraer una infección vira. Especialmente el sueño profundo al principio de la noche tiene un efecto muy beneficioso sobre el sistema inmunológico. Evite la exposición a la luz azul de pantallas de ordenador, televisión o teléfono varias horas antes de irse a dormir. Intente hacer la última comida antes de las 8 de la tarde y no coma nada más hasta la hora de acostarse. Acuéstese a la hora prevista y duerma al menos siete u ocho horas cada noche en un dormitorio tranquilo, bien ventilado, fresco y oscuro. Si puede, haga una corta siesta “revitalizante" durante el día (10-20 minutos).

5. No deje de moverse.

Un estilo de vida activo reduce el riesgo de infección de las vías respiratoria. Camine o monte en bicicleta diariamente, preferiblemente cerca de la naturaleza. Es posible hacer ejercicio en casa sin prácticamente necesidad de equipamiento. ¡Jugar, bailar o cuidar las plantas en casa tiene efectos positivos!

6. Aprecie la luz del sol

La luz del sol tiene otros beneficios además de producir vitamina D a través de la piel. La luz del sol estimula, entre otras cosas, la producción de endorfinas y neuropéptidos que hacen que nos sintamos bien y suprimen las ganas de comer dulces. No obstante, tenga cuidado con las quemaduras y evite la sobreexposición al sol brillante del mediodía en primavera y verano.
 

7. Evite el estrés y la ansiedad

El estrés o la ansiedad prolongados aumentan el cortisol y atacan el sistema inmunológico. Evite el estrés en la medida de lo posible y asegúrese de relajarse lo suficiente. El yoga, la meditación y la atención plena son buenas formas de conseguirlo. Respirar profundamente, leer, reír o escuchar música también funcionan bien. Ayuda mantenerse optimista y agradecido, mantener amistades y cultivar la vida social.

8. Suplementos

En caso de una infección viral (sobre todo si es inminente), la importancia de los micronutrientes (vitaminas, minerales, oligoelementos) y los ácidos grasos omega-3 a la hora de optimizar las defensas está subestimada. Merece la pena plantearse introducir una complemento básico que constaría de un multivitamínico y un suplemento de aceite de pescado o de algas (preferiblemente sin aditivos como colorantes, aromas y saborizantes). Durante una enfermedad, los suplementos pueden hacerse necesarios dadas las demandas adicionales realizadas al organismo y la subóptima ingesta alimenticia. La vitamina C (1000 - 2000 mg por día, ingesta repartida), la vitamina D (1000 - 3000 UI por día), el zinc (15 - 30 mg por día) y el selenio (100 - 200 microgramos al día) se utilizan hoy en todo el mundo en el tratamiento de infecciones virales.

Para terminar

Este protocolo sobre hábitos de vida sanos se ha confeccionado gracias a expertos de varias disciplinas y se basa en bibliografía científica, que, en su opinión, es mejor prevenir que curar. Se considera que uno mismo puede hacer mucho más por la prevención de lo que se imagina. Se espera entonces que las recomendaciones anteriores demuestren que no es complicado tomar medidas que beneficien nuestra salud y, por lo tanto, reduzcan el riesgo de complicaciones en enfermedades como la COVID-19. ¡Manténgase sano!

Fuente: Monografías Natura Fundation


 

miércoles, 16 de septiembre de 2020

 


Cómo afectan los ácidos grasos al estrés

Los ácidos grasos OMEGA-3 (EPA - ácido eicosapentaenoico y DHA - ácido docosahexaenoico) son ácidos grasos polisaturados de gran importancia para nuestro cuerpo. Por ejemplo, son necesarios como precursores de los eicosanoides para concluir los procesos inflamatorios. También son necesarios para el buen funcionamiento del cerebro. Sin embargo, es menos conocido que también nos ayudan a ganar flexibilidad y contribuyen a controlar el estrés.

Aunque los humanos somos capaces de fabricar EPA y DHA por nosotros mismos a partir del precursor ácido alfa-alinoleico (ALA), este proceso suele ser bastante ineficiente y solo una pequeña fracción de ALA puede ser efectivamente transformada en EPA y DHA. Actualmente el EPA y el DHA se consideran esenciales desde el punto de vista nutricional y su consumo depende de fuentes exógenas, principalmente algas y pescados grasos. 

 Ácidos grasos omega-3 para la flexibilidad y contra el estrés

Los ácidos grasos omega-3 son componentes esenciales de la doble capa fosfolípida de nuestras membranas celulares. Estos ácidos determinan tanto la fluidez de la membrana como el nivel de actividad celular. Además, los ácidos grasos omega-3 son indispensables para la normal transducción de señales e influyen en la actividad de las enzimas y de los receptores de la membrana. Todos elementos clave para una buena comunicación celular.

Las membranas celulares fluidas forman parte de nuestra naturaleza adaptógena. La naturaleza adaptógena es nuestra capacidad de adaptarnos al medio ambiente siempre cambiante en el que vivimos. Por esa razón, el funcionamiento adecuado de nuestras enzimas y receptores de membrana es de fundamental importancia. Cuanto más fluidas sean nuestras membranas celulares, mejor podremos adaptarnos a los cambios y más resistentes seremos frente al estrés. Los ácidos grasos omega-3 son muy importantes para lidiar con flexibilidad con los factores de estrés que nos presenta nuestra vida "moderna".

De las investigaciones sobre el papel del DHA en la adaptación al estrés se concluye que los ácidos grasos omega-3, especialmente el DHA, podrían mejorar la resistencia. Esto resulta muy útil en períodos de estrés y es un signo de gran flexibilidad.

 Un déficit de ácidos grasos omega-3 disminuye nuestra flexibilidad

Si no consumimos suficiente EPA y DHA con nuestra alimentación durante un periodo prolongado, aumenta el riesgo de que se produzcan todo tipo de trastornos cerebrales. Esto se debe en particular a la escasez de DHA en nuestras membranas celulares. La pérdida de DHA de estas membranas se asocia con diversos problemas, en particular con un deterioro de su fluidez. De esta manera disminuye nuestra capacidad para adaptarnos con flexibilidad a las circunstancias de la vida. Esto también limita nuestra capacidad para lidiar adecuadamente con el estrés. Por lo tanto, es muy importante para nosotros, como personas "modernas" que vivimos en un ambiente donde los estímulos estresantes nos asaltan casi continuamente, asegurarnos una cantidad suficiente de DHA en nuestros alimentos y células.

 Conocimiento a través de la práctica

El DHA puede obtenerse de los alimentos, especialmente de los mariscos. Tanto los pescados grasos (caballa, trucha, salmón, arenque, sardinas) como las algas (hierba de mar) son buenas fuentes de ácidos grasos omega-3. El kril es especialmente interesante porque sus ácidos grasos tienen forma de fosfolípidos, la misma forma que se da en nuestras membranas celulares. Por lo tanto, no es necesario procesar el aceite de kril para incorporarlo a las membranas celulares. Lamentablemente los mariscos apenas forman parte del menú de la mayoría de la gente. Por este motivo se sugiere considerar la suplementación con ácidos grasos omega-3, especialmente si existe falta de flexibilidad y de resistencia al estrés.

 Fuente: monografía Ácidos grasos Natura Foundation