TRATAMIENTO DEL
HÍGADO GRASO CON MEDICINA NATURAL
La enfermedad de hígado graso no alcohólico se ha vuelto tan
común que ahora casi uno de cada cinco adultos sufre de la condición- y muchos
de ellos ni siquiera saben que existe esa enfermedad, por no hablar de las
consecuencias nefastas que puede acarrear.
Afortunadamente, el tratamiento natural del hígado graso a
través de cambios en la dieta, cambios de estilo de vida y ciertos suplementos
es la terapia de primera línea. Si la enfermedad se detecta a tiempo se puede
revertir completamente.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico es una
condición en la que se acumulan depósitos de grasa en el hígado. Se produce
cuando el hígado tiene problemas para descomponer las grasas, haciendo que
éstas se acumulen en el tejido hepático. Con el tiempo, esta acumulación de
grasa hará que todo el hígado se agrande y las células del hígado podrían
terminar siendo reemplazadas por tejido cicatricial, una afección llamada
cirrosis del hígado. Con esta condición, el hígado no puede funcionar
correctamente y esto puede desencadenar una insuficiencia hepática, incluso,
cáncer de hígado. Por lo tanto, lo más importante es saber si se sufre de
"hígado graso" y si es así, comenzar de inmediato con un tratamiento
adecuado.
En un estudio, publicado el 27 de mayo 2013, en el American
Journal of Epidemiology, se encontró que las personas con diabetes y obesidad
son las más propensas a sufrir de hígado graso no alcohólico. La enfermedad
también es más común en los hombres que en las mujeres.
La diabetes,
alteraciones del colesterol y la obesidad también es común con el hígado graso
Los investigadores encontraron que las personas con
enfermedad de hígado graso no alcohólico tenían más probabilidades de también
sufrir de diabetes y obesidad. El hígado graso también es más común en personas
con niveles anormales de colesterol o resistencia a la insulina, aunque no
padezcan de diabetes. La resistencia a la insulina se refiere a la condición en
la cual las células del cuerpo no responden adecuadamente a la hormona que
regula el azúcar en la sangre, haciendo que el páncreas tenga que producir más
insulina en un intento de conseguir que el cuerpo responda. A menudo es un
signo de diabetes a futuro.
Los signos y síntomas
de la enfermedad del hígado graso no alcohólico
Cuando el exceso de grasa se acumula en el hígado, se
deteriora la capacidad del hígado para eliminar toxinas y colesterol de la
sangre y para llevar a cabo otras funciones metabólicas importantes, a una
velocidad normal y saludable. Los síntomas pueden no estar presentes al
principio, pero con el tiempo, síntomas como fatiga, debilidad, náuseas,
dificultad para concentrarse, dolor en el centro o la parte superior derecha
del abdomen y la decoloración (en el caso de pieles oscuras), generalmente en
el cuello o la axila, comienzan a hacer su aparición.
Enfoque natural
El tratamiento del hígado graso con medicina natural,
cambios en la dieta y en el estilo de vida, pueden detener o revertir la
enfermedad. Sin embargo, si la grasa se sigue acumulando, con el tiempo, la
inflamación, la cicatrización y cirrosis se pueden desarrollar, provocando que
el hígado pierda toda su capacidad para funcionar. Esto puede causar retención
de líquido, pérdida de masa muscular, hemorragias internas e ictericia
(coloración amarillenta de la piel y los ojos).
Disminución de
azúcar, especialmente fructosa.
Estudios clínicos muestran que la disminución de la ingesta
de azúcar, especialmente la que se encuentra en forma de jarabe de maíz de alta
fructosa, es imperativo para el tratamiento del hígado graso. El reducir los
carbohidratos refinados y procesados, por ejemplo, los alimentos hechos con
harina de trigo blanca, es también extremadamente útil. En general, se ha
encontrado que las personas con enfermedad de hígado graso no alcohólico, como
regla general, tienen deficiencias nutricionales a pesar de que comen grandes
cantidades y disfrutan de demasiadas calorías. Además, el hígado graso necesita
una cantidad extra de antioxidantes y nutrientes anti-inflamatorios
(encontrados en buenas cantidades en alimentos vegetales) para combatir el daño
excesivo que ocurre a las células del hígado. Por esta razón, comer más frutas
y verduras, que son los alimentos más ricos en antioxidantes y fitonutrientes
que combaten la inflamación, es fundamental.
Extracto de Cardo
mariano (Silybum marianum)
Ciertos suplementos también se han estudiado y se ha
determinado que son eficacez para el tratamiento del hígado graso. El extracto
de cardo mariano contiene un compuesto medicinal conocido como silimarina, bien
conocido por su capacidad para ayudar a sanar el hígado. Se ha determinado que
la silimarina puede proteger el hígado de los radicales libres, lo que aumenta
la concentración de los antioxidantes más potentes del cuerpo: glutatión y
superóxido dismutasa. También estimula la síntesis de proteínas, lo que resulta
en la regeneración de las células del hígado y promueve la formación de nuevo
tejido hepático. Es importante utilizar un extracto de cardo mariano
estandarizado que contenga 80% de silimarina y tomar por lo menos 175 mg dos
veces al día.
Vitamina E
Otro complemento natural, eficaz para el tratamiento del
hígado graso, es la vitamina E. En un ensayo clínico a gran escala publicado en
el New England Journal of Medicine, pacientes con la condición de hígado graso,
tratados con suplementos de vitamina E, demostraron una mejoría significativa
tanto en la acumulación de grasa en el hígado, la inflamación y agrandamiento
del hígado. Como resultado, un número importante de pacientes obtuvieron
resolución de su enfermedad. Los participantes tomaron 800 UI por día de
vitamina E en forma de alfa-tocoferol.
Nobiletina
La Nobiletina es un compuesto de los aceites esenciales
extraídos de las cáscaras de los cítricos. Es un gran tratamiento para el
hígado graso, ya que ayuda a prevenir la acumulación de grasa al mismo tiempo
que previene la resistencia a la insulina (pre-diabetes y diabetes).
Estilo de Vida
El objetivo inicial debe estar orientado a la modificación
de hábitos y de estilo de vida. La pérdida gradual de peso produce disminución
del tejido adiposo, lo cual a su vez mejora la sensibilidad a la insulina. El
ejercicio también mejora la insulino-resistencia, por lo que se recomiendan,
por lo menos, 30 minutos de ejercicio aeróbico de 3 a 5 veces por semana.
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